Como si hubiera amanecido águila,
me supe en vuelo, recreado y ligero, placer del cielo,
me supe también a la distancia con una sabiduría ancestral y libre,
sobrevolé mi sombra y también mi tiempo, no temí,
circulaba y aleteaba con certeza, en el disfrute real,
fui descendiendo y asimilando así el nuevo aire que me rodeaba,
lentamente,
adaptándome a las nuevas corrientes,
para fluir en cálidas y frescas tendencias,
sin perder mi genuino conocimiento de mi.
mi animal de poder se instalo,
siguió siendo mis alas.