"-Te tomas demasiado en serio -dijo, despacio-. Te das demasiada importancia. ¡Eso hay que cambiarlo!. Te sientes de lo más importante, y eso te da pretexto para molestarte con todo. Eres tan importante que puedes marcharte así nomás si las cosas no salen a tu modo. Sin duda piensas que con eso demuestras tener carácter. ¡Eres débil y arrogante!"
"¿Cómo puede uno darse tanta importancia sabiendo que la muerte nos está acechando? -preguntó.
Sentí que mi respuesta no era en realidad necesaria. De cualquier modo, no habría podido decir nada. Un nuevo estado de ánimo se había posesionado de mí.
-Cuando estés impaciente -prosiguió-, lo que debes hacer es voltear a la izquierda y pedir consejo a tu
muerte. Una inmensa cantidad de mezquindad se pierde con sólo que tu muerte te haga un gesto, o alcances a echarle un vistazo, o nada más con que tengas la sensación de que tu compañera está allí vigilándote."
VIAJE A IXTLAN- Carlos Castaneda.
Lectura para aprender a andar...
5 comentarios:
Desde pequeño que lo sé.
La muerte lo relativiza todo.
Besos.
Es cierto, si pudiéramos hablar con nuestra muerte, seríamos de otra forma... pero no aprendemos, quizá porque pensamos que somos eternos, ya ves...
Besos
Buenas tardes Gabriela, la desnudez y la muerte es lo que efectivamente nos iguala, el resto quizas sean malas interpretaciones de la vida.
Despues de leer Tao, la vida se me asemeja a un estadio intermedio de aprendizaje.
Bueno....Malo....Blanco...Negro, la muerte nos lo aclara.
Besos de un todavia vivo.
Jesus
Es totalmente cierto. El sabernos seres finitos nos ayuda a comprender la vida de otra manera, nos hace replantearnos como queremos vivir y en compañía de quienes.
Me gustó!
Un beso!
Es como decía el sabio filosofo contemporáneo Faustin: "Y te das cuenta de lo pequeño que sos".
Uno también se da a luz.
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