Ella había encontrado tras sus paso como una sombra,
día tras día iba apareciendo como una presencia imperceptible,
pero segura, certera. Siempre ahí.
A medida que iban pasando los días, se acostumbraba a su presencia,
inclusive, si era menos perceptible, lo notaba.
Sombra en sus pasos. Cotidianos.
En las multitudes, ella cerca.
La seguía, pareciera.
En las cenas, en los viajes al trabajo.
su familiaridad se hizo amena, se hizo amiga,
De todas formas, la presencia seguía siendo extraña.
De a poco se naturalizo.
Un día le toco el hombro, y cuando se dio vuelta no había nadie,
otro, le susurro en el oído, algo sobre pedir, te voy a pedir...
que me des algo, será pronto.
Estaba ya tan acostumbrada a su amena compañía,
y sintió que le aclararía cual era ese pedido.
y después de un tiempo de andanzas, le volvió a tocar el hombro,
y como quien no le niega algo a un amigo, ella asintió. Lo que necesites.
una mañana, se acerco, y le dijo que se llevaría algo que cuidaba, que quería.
Ni dudes, llévate lo que quieras. Entonces se apoyó sobre su espalda,
de algún modo un gélido sentir la atravesó.
y se dio cuenta que se llevaba algo que ya empezaba a extrañar.
Y de ese lugar de privilegio, natural,
su cotidiano, tenía muerte ya.
6 comentarios:
Me ha dejado un poco perpleja el texto.
Feliz semana.
Estoy de acuerdo con Amapola. ¿Se llevó su corazón? ¿su vida, tal vez?. Es un tanto inquietante...
Besos
Escalofriante... me veía venir el final.
Me ha gustado... si la muerte es así no da tanto miedo.
Besos.
Torito no le tengas miedo a la muerte ves una luz y te vas
abrazo
Bella muerte..
Saludos
Publicar un comentario