Naturalmente era fuego.
Su intensidad, su crepitar,
lo hacían inconfundible.
lo hacían inconfundible.
No podía relacionarse desde otro lugar.
Era casi imposible de asir,
imposible definir,
imposible no sentir…
imposible definir,
imposible no sentir…
Andaba dejando la sombra del fuego,
en las almas que rozaba, sutiles pero intensos,
incendios.
incendios.
Tatuajes medulares eternos.
Hasta su sombra ardía.
2 comentarios:
Me gusta, y sobre todo el verso final.
Un gran broche.
Besos.
ya te digo! "tatuajes medulares eternos"... te superas!
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