lunes, 8 de septiembre de 2014

Mujer lagarto

No es la mujer toro.

Tendría el corazón como la arena,
grande y redondo y con el sol adentro.
Sus cornadas serían mas que mortales.
Negra y hermosa, arráncale de súbito.
Los hombres te esperamos, extendida la espalda,
dispuestos a morir matándote, matándonos.

No es la mujer pájaro.

Descendería de la estrella al árbol,
desde el más alto verde a las ventanas.
Su canto sirve al corazón.
Nos lo llena de espacios y horizontes.
Blanca y dichosa, te esperamos siempre.
La tierra está muriéndose sin cantos.
¡Tus alas y tu voz! Álzanos. Llévanos.

No es la mujer pez.

Sus pechos son azules.
Zacuden los cabellos caracoles y algas.
Difícil es de ver. Pero de pronto, 
si asoma su mirada entre la espuma,
te clava el corazón y te lo lleva.
Necesita a veces morir, o en todo tiempo,
morir de amor bajo la mar. Acude.
La playa está sin sueño. Te esperamos.

Es la mujer lagarto.

Como una furia alerta.
Un letargo fingido.
Un calculado éxtasis.
Se yergue al sol.            Te mira.
Silva callada.                 Escucha.
Se acerca con sigilo.
Simula pena.                  Llanto.
Te besa fría.                Quieta.
Te hunde en el sueño.    Atiende.
Te denuncia.                 Resbala.
Agonizas de horror. 
Mueres de oscuridad.    Te resucita.
Se muda de camisa.        Se disloca.
Se exalta.                      Se despeina.
Se mete en los cabellos.
Se esconde en las axilas.
Se desliza en el vientre.
Se anida entre las ingles.
Te vacía las venas.
Te espectora la sangre.
Te devora la piel.
Te seca al sol.              Te yergue.
Siempre una furia alerta.
Un letargo fingido.
Un calculado éxtasis.
Es la mujer lagarto.       Siempre verde.
Puede ser negra.            Pero siempre es verde.
Anaranjada.                   Pero siempre es verde.
Azul.
          Gris.
                  Roja.            Pero siempre es verde.



Rafael Alberti 

3 comentarios:

TORO SALVAJE dijo...

Yo creo que casi todas lo son.
Pero no puede decir porque es políticamente incorrecto.
Ah, y los hombres también son lagartos, y además imbéciles.

Besos.

Darío dijo...

Alucinante, encantador uso del lenguaje.

Ginebra dijo...

Me asusta esa mujer lagarto que tan magistralmente describe Alberti.
Lo que me parece un comentario desafortunado es el primero, no se debe generalizar así alegremente, ni con el género femenino ni con el masculino...
Besos, Gaby