Sentada junto a ti,
recosté mi cabeza en tu regazo,
tus dedos deshilaban mis cabellos,
mis ojos entredormidos, ensoñaban,
y como música de fondo,
la brillante melodía de tu risa.
mientras nos queda la palabra, podemos acercarnos, desde lejos, y en las mas diversas distancias, para sumar, y compartir las soledades, y porque no, mezclarlas, y sentir que el mundo nos cabe en la palma de la mano