lunes, 15 de abril de 2013

Bloody Nightmare



A través de unos pasillos oscuros, iba buscándote, sabía que llegaba tarde, y mi paso era rápido; un par de vueltas, derecha, izquierda…
Hasta que llegué cerca de esa ventana, y me senté frente a vos.
Algo en ese momento me hizo estremecer, no sé si tu profunda mirada, el timbre grave de tu voz.
Comenzamos hablando casualmente, tratando de evitar algo que llegaba agazapado tras nosotros,  por mi.
Y así, sin más, llegó tu palabra, terrible, tu confesión, tu brutal sinceridad, y mi alma, frente a frente, con los brazos abiertos, como quien espera un abrazo, y no una lanza; la recibí, sin defenderme, con la conciencia total del dolor, del amor.
No eran sólo tus palabras, había una lanza real en tus manos, era real el frío metal que me atravesaba.
El dolor.
Tu mirada, tus ojos negros fijos en los míos.
La ligera tibieza del fluido corriendo por mi espalda, por mi pecho, derramándome sobre el piso infinito.
El dolor.
Tu silencio final.
El frío desde adentro avanzaba.
El dolor.
E inmóvil, herida casi mortalmente, vi tus pasos, te vi desaparecer en la oscuridad.
Al tratar de moverme, vi que podía hacerlo, mi frío estado, mi vacio de sangre, el insondable dolor, no me habían matado, y tras de mi las huellas sanguinolentas, acompañándome en la senda…
Tu ausencia en mí, con un dolor insostenible, casi mortal, y no mortal; para mi desesperación, era mi nuevo estado, la terrible conciencia del desamor, del dolor, y esa nueva  sombra purpúrea que me seguía.

Me desperté de un sobresalto, un dolor espantoso en mi pecho, me faltaba el aire.
Verme en esa pesadilla sangrienta, creer que estaría mejor… que era sólo un sueño.

Más, aún persiste en mí, despierta, este  gélido y penetrante dolor.
Tu ausencia es una realidad  insomne.

lunes, 8 de abril de 2013

Fatiga emocional



Increíble, pero cierto,
cómo se puede sentir tanto...
Ni tanto ni tan poco,
que si pienso y no siento,
donde encuentro este equilibrio,
y en estos días,
Todas las emociones juntas,
intensas,
a borbotones,
desmesuras incendiadoras.
Los sentidos más que despiertos no me dan respiro...

Y voy a salir corriendo, ahí,
hacia el punto de fuga.
(Y ni hablar de volver!)