viernes, 9 de mayo de 2014

Acecho II (o la delicia que vuelve)


Y vos,
que casi ingenuamente le dabas de comer,
le acariciabas con ternura,
le dabas charla,
le dejabas acercarse cada vez más,
hasta parecía incapaz de hacer algún daño,
solo parecía.
Esas almas poseídas,
huelen diferente,
gestan dentro de si ese fulgor que rechina…si escuchas bien,
a medida que quema corazones, levanta la temperatura,
y asciende como lava hacia sus ojos,
hacia su boca, sus manos también queman,
sus alas crecen con tu sangre
Parece delicada, grácil, divina, mas,
cuando tu corazón se descuida, salta,
y atraviesa tu esternón con su tibia mano,
que ya es una garra,
en un bocado purpúreo te liquida,
y ni te das cuenta que ya te ha tragado,
su fragancia es tan embriagadora, tal fascinante,
que crees que vives…
Mas
si se aleja, te sabes muerto,
y esa es su estrategia,
empiezas a respirar su aire,
a latir su corazón, dejas de ser individual
y eres su presa ya…
Y a su antojo se aleja,
para dejarte solo en despojos…

5 comentarios:

Syd dijo...

Esas especies las conozco, pueden hacer gran daño porque cuentan con instintos muy primitivos. Humanos, creo que le llaman a esa especie.

Ginebra dijo...

Me gustó mucho lo que has escrito. Creo que el o la comentarista anterior ha dado con la especie en cuestión, efectivamente humanos.
Me recordó a esos humanos a los que se les denomina vampiros emocionales, esos que te roban la energía y se apoderan de tu alma...
Besos

TORO SALVAJE dijo...

El poema es buenísimo.
Me has hecho recordar a alguna persona de mi pasado.
Ahora es difícil que me pase.
Me aíslo a conciencia.

Besos.

raúl dijo...

yo pensé que hablabas de heroína, droga dura, literalmente, pero el poema es fantástico, crudo, potente, genial, en cualquier caso.

Darío dijo...

Con disimulo, te engullen sin piedad... UN abrazo.