Reclino mi cabeza sobre el costado de la ventanilla,
observo, con la luz
la gente como se apresura
sus pies, sus zapatos, su marcha veloz,
los cambios, los ruidos, diferentes ritmos.
La quietud del que solo espera.
El ingreso al vagón, la agitación,
la ansiedad traslucida en la vista en los relojes,
los celulares, queriendo estar ya en otro lugar.
Las miradas esquivas,
con sospecha o sonrientes.
Música en la cabeza.
Gente que va y viene, que vende,
vende espejitos de colores, golosinas.
Cada uno un mundo interno, externo;
apabullados,
apabullante.
La diversidad de ser,
ensimismados,
sin hacer contacto visual,
mejor, ninguno,
mirar sin ver.
Resignados casi todos.
Alguno un poco mas allá
viendo, estando en el presente,
lo veo, y me ve.
Yo en mi privilegio vital,
viva en el presente,
sin huir, consciente.
Esta manera de estar atenta,
del valor de estar despierta,
con mis sentidos en registro,
dándome riqueza,
inclusive dentro de éste tren.
3 comentarios:
Observar sin ser observada, es uno de mis pasatiempos preferidos, veo que el tuyo también:).
Me gustó especialmente esta entrada-
Besos
Cada persona es un mundo, y un tren un universo.
Saludos,
J.
la ansiedad traslúcida en la vista en los relojes, los celulares, queriendo estar ya en otro lugar.
sin hacer contacto visual, mejor, ninguno, mirar sin ver.
Una manera precisa y preciosa de describir esos trenes, buses, llenos de gentes que quieren llegar muchas veces a donde no quieren estar.
Y entonces...
viva en el presente, sin huir, consciente.
Genial.
Publicar un comentario