viernes, 17 de abril de 2015

Vendaval


Golpea insistente contra las ramas tratando resistir.
Azota y su fuerza embate  sin miramientos todo a su paso.
Lluvia deseada, sacudida en remolinos violentos y brumosos.
Golpea y ese ruido ensordece y confunde.

No calma, mas fuerte.
Mitiga la locura de los hombres citadinos.
Correr, sin rumbo, perderse.
La naturaleza es hábil para lanzar al hombre dentro de él.
Lo empuja, y mientras lo hace, 
es sabia consejera.
La ciudad no entiende.

Mas tarde, en despojos, se recoje, 
y guarda el silencio sanador.
Invita al hogar.
Muda sabiduría.

2 comentarios:

Darío dijo...

El final es un candado perfecto... Un abrazo.

TORO SALVAJE dijo...

Que frágiles somos... en todos los sentidos.

Besos.