miércoles, 6 de febrero de 2008



Sin atreverme a tocarte te observo

volando imprudente.

Desgarrada esa madera lucha una guerra vana

tu mirada ya sin ojos se posa insitente en mi mirada

cierro los ojos ya sin poder verte

¡Ciego Galileo!

pueril observador que procuró develar tus secretos

¡Ciegos! ¡Impertinentes!

no osen siquiera hacerlo

Lates todavía en entrañas de barro

escupes en la cara de cualquiera

sin importar su rango sólo son madera,

crepitante y obsoleta,

roja entraña teñida de amarillo

Sin perjuicio alguno, ni noción moral

no habrá nunca bien

no habrá nunca mal

Sólo caminantes de brasas

Desgarra de una vez por toda este cuerpo que te mira

lleva todo rastro de su existencia a la tuya propia

diluyete en el aire y respira sus pulmones

haz del agua vapores y deja la tierra ajada

No dejes de mirar tu propio ombligo amorfo

No dejes que nadie ose mirarlo.

Quema hasta que te hartes hasta que revientes

hasta que nadie en tu paso quede

Luego descansa.

Gracias Mauro, amigo mío!

No hay comentarios: