domingo, 10 de febrero de 2008



Pienso en ti.

Y a sabiendas, trato de controlar lo incontrolable.

Totalmente necesario.

Trato de no encontrarte en mí a cada instante, pero cualquier cosita te trae, concreto, persistente en la memoria y increíblemente en la piel, mis sentidos te guardan con devoción, lo cual me desespera porque tanta dedicación, solo tiene un significado, y casi ni puedo decírmelo. Pero sé que es el amor de otros cielos, ha caído en mi, tal vez para ponerme a prueba, y destinarme a una nueva batalla.

En esta ocasión mi corazón carece de armas, y se deja arrasar por la delicia de tu existencia.

Qué más da.

Si la conciencia de tal sentimiento me ha abierto la puerta a una nueva verdad, a un nuevo género de sensaciones, estoy en situación de privilegio, y si bien no tengo forma de decirte nada, se que el hecho, supera por varios cuerpos la ficción.

Pues bienvenido sea.

Y de tu mano, es una maravilla, porque todo lo que tocas, se transforma en luz.

Y no se si estás consiente de tu estado iniciado, tal vez, no; y entonces hay cosas que tienes que hacer todavía lejos de mi.

Pero tengo la certeza, de tu proximidad, que nuestro encuentro especial es inminente, no en lo temporal, sino más allá, de esas nimiedades.

Tu existencia me motiva, me trae el mundo con su intensidad, su fulgor.

Abre mi corazón, como asomado a una cotidiana ventana, con deseo de salir, de conocer, me transmite el placer por el paisaje, andar los pasos que recorres y sentir que todo tiene que ver, los colores, azul cielo, árbol verde, hasta la gris ciudad, resplandece a tu tacto, renacido, todo en el mismo plano, en un permanente presente.

1 comentario:

M dijo...

Solo es una enfermedad, que se aferra a los huesos. Llamemosle amor.